Hace 21 años, el transbordador espacial Columbia, enviado en un programa espacial de experimentación por la NASA, se desintegró en pleno sol de la mañana a solo 16 minutos del aterrizaje ya programado y a pocos kilómetros del suelo. La nave, que llevaba siete pasajeros, se convirtió en una bola de fuego sin posibilidad de contar sobrevivientes.
Así serán las increíbles casas que la NASA construirá en la Luna y en MarteEl transbordador Columbia: una nave acostumbrada al éxito
Los transbordadores espaciales tienen la característica de ser reutilizables, de modo que así como despegan, aterrizan en la tierra y son utilizados para otra misión. El transbordador de la misión STS-107 había tenido una vida de triunfos, realizando con éxito 27 diferentes operativos espaciales de investigación, y en su momento se pensó que este sería el victorioso número 28.
Sin embargo, el destino giraría los planes de la entidad espacial. Ya desde un comienzo, el lanzamiento del a Columbia fue retrasado numerosas veces hasta que finalmente superó todas las revisiones. Pero los pronósticos fueron alentadores cuando el transbordador superó un despegue exitoso el 16 de enero de 2003 a las 10:39 de la mañana.
Columbia: una misión que parecía transcurrir con normalidad
La misión duró 16 días y tuvo propósitos de investigación, donde el equipo se encontraba ocupado las 24 horas del día realizando diferentes tareas que involucraban experimentos científicos. Luego de realizar con efectividad todos los propósitos, 16 días después de su lanzamiento, el transbordador tenía que volver a la Tierra.
El Columbia comenzó su retorno a la Tierra con normalidad y en el horario programado, aproximadamente a las 3:30 de la mañana. Todo transcurría con tranquilidad hasta que el transbordador atravesó la atmósfera terrestre. Lo que no sabían en ese momento es que el despegue no había sido tan exitoso y que la catástrofe se inició en ese momento.
El despegue: el inicio de la catástrofe
En el transcurso del lanzamiento desde el Centro Espacial Kennedy un detalle que en su momento los ingenieros de la NASA informaron que no era grave y no había razón para preocuparse, fue el comienzo del desastre.
En el impactante despegue, una pieza grande de espuma aislante se desprendió del tanque externo, golpeando los paneles de carbono-carbono del ala izquierda, 81 segundos después de separarse del suelo. Así, en el reingreso del Columbia a la Tierra, este atravesó la atmósfera y fue allí que los gases calientes penetraron la parte dañada y derritieron la mayor parte de la estructura del ala izquierda que eventualmente colapsó.
A sólo 16 minutos de aterrizar, la tragedia se hizo inminente
Los tripulantes de la nave se enteraron de esta situación crítica sólo un minuto antes de su explosión, aunque datos del vehículo informaron de las altas temperaturas a las 8:52 de la mañana. 16 minutos antes del programado aterrizaje, el Columbia y sus siete tripulantes, se desintegraron en el cielo a las nueve de la mañana en vista de todos, siendo captado por las cámaras y dejando sólo restos mínimos de la misión STS-107 que una hora antes parecía haberse conquistado con éxito.
La tragedia generó consecuencias estructurales en la agencia espacial, con la suspensión de misiones posteriores así como un aprendizaje que le costó la vida a siete personas, el de un exhaustivo mantenimiento y control de las naves para que las posteriores misiones no tuvieran el mismo final que la STS-107.